miércoles, octubre 01, 2008

Mundo exterior, mundo interior. Albert Hofmann


Hofmann encarnó la síntesis, tan inusual en nuestra civilización occidental, entre el científico y el místico.
Decidió ser químico porque quería desentrañar los componentes mínimos de la materia. Consideraba que, en una civilización focalizada en el mundo material, aquella profesión fijaba sus cimientos. Por otro lado, fue un filósofo experimental del espíritu. Campo intrascendente para las ciencias naturales. En este libro Hofmann busca darle coherencia espiritual a una ciencia que, vanidosamente, ha caído en el absurdo de ignorar el sentido de lo que describe.
La química, nos explica, ha llegado a la conclusión de que todo el Universo está compuesto de unos pocos elementos. Eso es algo fascinante, pero inútil para dilucidar la idea que organiza este Universo. Lo compara con alguien que quisiera describir la magnificencia de una catedral enumerando sus piedras, maderas y ladrillos.
En los ensayos de este libro, que no tratan de su descubrimiento más difundido, Hofmann concibe una nueva manera de relacionarse con las ciencias naturales, entendiéndolas no como instrucciones y medios para el saqueo de la naturaleza, sino como revelaciones del plan metafísico de construcción de la creación.
En el primero de estos cinco ensayos aborda la relación entre el mundo exterior y el mundo interior. Con ejemplos traídos de la ciencia, pero sin perder nunca la claridad, Hofmann nos explica que la imagen que tenemos del mundo exterior se encuentra mediatizada por las limitaciones de nuestros sentidos. Nuestros ojos, por ejemplo, sólo captan una mínima fracción del espectro conocido de ondas electromagnéticas. El mundo exterior es el emisor y nuestros sentidos son los receptores. Pero estos receptores captan una parte de la emisión. A dicha parte llamamos realidad. Sin embargo, este dualismo emisor/receptor, una construcción teórica que nos separa del mundo material para posibilitar el trabajo científico, ha hecho olvidar la idea que existe detrás de toda la construcción de esta catedral llamada universo. Esa idea pervive en cada organismo, es la azarosa y compleja distribución de la materia en esa proporción exacta que hace posible la vida. La disolución del ego en el todo, cuando el receptor está abierto a toda la anchura de la banda de recepción, nos conduce a un estado espiritual (que los cristianos llamaban unyo mistica) en el cual se funde el dualismo entre materia e individuo.
Hofmann nos cuenta que de niño, en uno de sus paseos por el bosque, experimentó esa fusión durante algunos minutos, tras la cual permaneció una sensación de pertenencia con el entorno como nunca antes había sentido.
A través de este libro conocemos los pensamientos de un químico que nunca olvidó aquella primera experiencia entre los bosques y a quien la química le regaló un medio para volver a ella.



Mundo exterior mundo interior, Albert Hofmann, La Liebre de Marzo, 1997, 127 págs.

viernes, septiembre 12, 2008

A tumba abierta, Autobiografía de un grifota, (Oriol Romani)


Cada cierto tiempo, en un bar o en una plaza, en un largo viaje en bus o en tren, me siento junto a alguien que, después de breves presentaciones, me sumerge en el relato de su vida. Historias sin orden cronológico pobladas de aventuras insólitas que bordean lo heroico siempre desde un margen de los acontecimientos. No es la vida de políticos, de artistas, ni de santos o millonarios; es la de aquellos que fueron actores incidentales de grandes sucesos de la Historia. El Botas es uno de esos personajes. Se le apareció en el camino a Oriol Romaní cuando éste preparaba su tesis doctoral de antropología Droga y subcultura: una historia cultural del ‘hash’ en Barcelona (1960-1980). Romaní apretó rec y el Botas echó a andar su memoria. Luego Romaní ordenó cronológicamente el descosido relato, escribió un interesante prólogo y lo publicó. En el prólogo nos presenta al Botas como un sujeto engranaje de dos épocas. La primera, cuando la marihuana era exclusividad de marginados, delincuentes y legionarios, y luego, cuando pasó a ser droga habitual para la rebeldía mainstream de la época, los jipis. Puede que el Botas encarne ese sujeto engranaje, pero en su relato nos encontramos ante la vida de un ladronzuelo, algo traficante y mucho de pícaro, como los de las novelas del siglo de oro español, pero ahora en clave callejera, con los ripios y la pobreza de lenguaje del grifota (marihuanero de la primera época).

El Botas nos cuenta sus trapicherías en las cárceles de España. Es un marginado voluntario, tan alcohólico como grifota. De su relación con el jipismo apenas nos dice que se casó con una sueca jipi con la que traficó durante un tiempo y claro, esta cita, la única descripción de los jipis al interior del relato:

Y me dan un pedazo de chocolate pa que fume. Y yo le digo que quiero beber. Y me dice que no, que ellos no beben. Bueno, leche, si quería leche... y digo: “No, gracias, paso de leche.” Y me dicen: “Uy, es que la bebida es muy mala, juntándola con la droga.” Claro, ya lo sé, que es muy mala, pero yo la llevo a la par. A mí lo mismo me gusta fumarme un petardo que beberme dos botellas de vino... ¡Nada de que una cosa quite la otra! Pero los jipis, no, ninguno.

Como las grandes novelas picarescas, esta historia comienza con la infancia del Botas y no tiene final, o mejor dicho, el relato se detiene de pronto, como si la grabadora hubiese dejado de funcionar, quedando en el aire la sensación de que los excesos y pillerías del Botas, su voz sonando atropellada de excéntricas anécdotas, continua el relato sin fin cuyo registro se pierde entre más vasos de tinto y hashish.


A tumba abierta, Autobiografía de un grifota. Oriol Romaní, Editorial Anagrama, 1986, 153 págs.

miércoles, junio 18, 2008

Cronología del LSD


1929
Albert Hofmann ingresa a trabajar en el área de investigación de los laboratorios Sandoz junto a Arthur Stoll.

1938, 16 de Noviembre
Hofmann realiza la primera síntesis del LSD 25 a partir de los alcaloides de ergolina presentes en el cornezuelo del centeno. Lo prueban en animales sin encontrarle un uso útil.

1943, 16 de Abril
Hofmann, tras seguir su intuición, vuelve a trabajar con el LSD. Unas gotas de la sustancia ingresan por sus dedos. Su intuición y ese accidente permiten la primera experiencia con la sustancia.

1943, 19 de Abril
El viaje en bicicleta. Tres días después de la experiencia accidental Hofmann realiza el primer autoexamen con LSD. El efecto se manifiesta mientras viaja en bicicleta a su casa.

1947
El doctor Arthur Stoll sugiere el uso del LSD en la psicoterapia y los laboratorios Sandoz comienzan a comercializar la sustancia con el nombre de Delysid.

1951
La CIA crea el Proyecto MK-ULTRA para experimentar con LSD (y otros alucinógenos) como mecanismo para el control mental y la interrogación química. A los pacientes, sin advertirles, se les daban fuertes dosis y se los amarraba a una cama. A un paciente le dieron LSD durante 77 días seguidos.

1953
Humprhey Osmond trata a alcohólicos con LSD.

1955
Aldous Huxley prueba el LSD y escribe su experiencia en Cielo e infierno.

1956
Stanislav Grof conoce el origen del universo al someterse a una luz estroboscópica durante un encefalograma bajo los efectos del LSD. De inmediato abandona el psicoanálisis e investiga acerca de la terapia con LSD.

1957
Gordon Wasson, luego de probar los hongos mágicos mexicanos con María Sabina, publica un artículo en la revista Life donde da a conocer su uso chamánico.

1958
Hofmann aísla los alcaloides presentes en los hongos mágicos mexicanos y los denomina psilocina y psilocibina. Señala que el LSD y la psilocibina poseen un estrecho parentesco químico-espiritual.

1959
Ken Kesey se ofrece como conejillo de indias para el proyecto MK-ULTRA y prueba el LSD, psilocibina, mescalina, cocaína y DMT. Ese mismo año, y producto de esa experiencia escribe la novela Alguien voló sobre el nido del cucú que luego fue adaptada al cine como Atrapado sin salida.

1959
Allen Ginsberg prueba el LSD y sugiere a Timothy Leary comenzar la revolución neurológica.

1960
Timothy Leary y Richard Alpert abren el departamento de Investigación Psicodélica en la Universidad de Harvard, focalizado en el uso de psilocibina y, luego, del LSD.

1962
Francis Crick recibe el Premio Nobel de Medicina por descubrir la estructura del ADN. Años después declararía que algunos académicos en Cambridge usaban LSD en pequeñas cantidades como una herramienta del pensamiento, que los liberaba de las preconcepciones y que los ayudaba a concebir ideas nunca antes alcanzadas. Crick señala que fue precisamente mientras estaba en LSD que percibió la forma de la doble hélice estructural del ADN.

1962
El congreso de EEUU prohíbe el uso clínico del LSD pero no la experimentación que realizan la CIA y los militares.

1963
Sale de los laboratorios para llegar a las calles. Timothy Leary y Richard Alpert son expulsados de Harvard.

1964
Ken Kesey y los Merry Pranksters se suben al bus llamado Further y cruzan Estados Unidos repartiendo LSD a quien lo quisiera probar.

1965, Noviembre
Ken Kesey y los Merry Pranksters organizan el primer Acid Test en Santa Cruz, California. En los siguientes Acid Test, llegarían más de dos mil personas a participar de la experiencia.

1965
EEUU prohíbe su fabricación y su venta. La posesión la prohibiría tres años después.

1966
Sandoz deja de comercializar el Delysid. Todos los programas de investigación son suspendidos. Leary crea una religión, la Liga para el Descubrimiento Espiritual, para la cual el LSD es su sacramento. Nixon lo llama el hombre más peligroso de América.

1970
Dos millones de estadounidenses han probado el LSD. Aparece el formato del papel secante (antes se lo distribuía en pastillas o polvo). Muy pronto los cartones se llenan de coloridos diseños.

1975
Primera y única víctima que se adjudica a una posible sobredosis de LSD. El hombre, de 34 años, pensando que era anfetamina, se inyectó intravenosamente 320.000 microgramos (una estampilla común tiene alrededor de 100 microgramos). El equivalente a 3200 dosis fuertes.

1979
Hofmann publica LSD, mi niño problema.

1995
Muere Timothy Leary, a los 75 años. Dos años más tarde, siete gramos de sus cenizas son enviadas al espacio.

2005
Aparece el libro What the Dormouse Said: How the 60s Shaped the Personal Computer, de John Markoff, que investiga la relación de la tecnología de la información con el uso de marihuana y LSD por parte de los computines de Silicon Valley (a pasos de donde se efectuaron los primeros Acid Tests). Steve Jobs, creador de Apple, señala que haber tomado LSD es una de las dos o tres cosas más importantes que ha hecho en su vida.

2005, Agosto
La organización MAPS comienza a reunir fondos para investigar una cura para las cefaleas en racimo a través del uso de LSD y la psilocibina.

2006, Julio
La Universidad John Hopkins publica un artículo en el que se sostiene que la psilocibina puede producir experiencias místicas. Con él se abren las puertas a la investigación de los enteógenos en las universidades norteamericanas.

2007, Octubre
El diario inglés The Guardian publica una encuesta acerca de quiénes son los hombres vivos más inteligentes del mundo. Hofmann aparece en el número 1.

2007, Diciembre
Suiza permite la investigación del uso terapéutico del LSD, después de 35 años de prohibición mundial.

2008, 29 Abril
Muere Albert Hofmann a los 102 años.

jueves, abril 24, 2008

Panegírico a María Sabina



(alabanza contrafactual para especial de hongos en la revista cañamo)


María Sabina. Madre Sabia. Si no hubieses sido generosa...
...Gordon Wasson no hubiese sido el primer occidental en conocer los hongos mágicos, y no hubiese divulgado el secreto guardado por los indígenas durante más de cuatro siglos, ni jamás hubiese podido compartir una sesión junto a ti y a Albert Hofmann, quien no habría sintetizado y bautizado el alcaloide del hongo como psilocibina, y sin nombre ni pastilla sintética, jamás habría existido el Proyecto Psilocibina en la Escuela de Harvard, conducido por el joven y prometedor académico Timothy Leary...
María Sabina. Santa Madre Sabia. Si no hubieses compartido tus secretos...
...Leary no hubiese creado el Proyecto Psilocibina, y no habría podido llevar a cabo sus sesiones enteogénicas con estudiantes, quienes no habrían acudido con devoción a ellas, en cuyo caso no hubieran expulsado a Leary de Harvard; ni sus sesiones con los clérigos, quienes no habrían tenido, en sus palabras, la experiencia más religiosa de sus vidas; ni con los presos, y Harvard jamás habría descubierto que, después de algunos años de uso mensual de psilocibina sintética, la tasas de reincidencia de los criminales puestos en libertad disminuían un 70%. Lo más seguro es que, de no haber trabajado con los hongos, Leary no habría experimentado con el LSD, y...
...no habría iniciado una revolución neurológica, encargando más de dos millones de dosis de ácido para la juventud norteamericana. Sin aquellas dosis, nada habríamos sabido del rock psicodélico, ni de los hippies, ni de Jimmy Hendrix, ni de Syd Barret al otro lado del Atlántico, y no habría existido Sgt. Pepper, ni Los Jaivas, ni el psytrance, ni las ceremonias neo-chamánicas y, probablemente, no habría surgido curiosidad alguna por la movida oriental, los gringos no se hubieran manifestado pacíficamente contra Vietnam, y no hubiese habido una revolución sexual (seguiríamos vírgenes hasta el matrimonio), y en Chile las madres no hubiesen corrido a Piedra Roja para evitar que sus hijas perdieran la moral, ni Hunter Thompson habría viajado a Las Vegas, ni Allen Ginsberg hubiese emitido su aullido, ni Jim Jarmusch hubiese concebido Dead Man y, seguramente, Matt Groening trabajaría hoy de dibujante técnico en una oficina de arquitectos.
María Sabia. Madre Bendita. De no haber sido por ti...
...lo más seguro es que ninguno de nosotros habría probado una droga psicodélica en sus vidas, ni yo estaría escribiendo sobre esto, ni ustedes leyéndolo.
María Bendita, Madre Sabina, bendito es el fruto de tu ciencia, rogamos por alcanzar tu sabiduría, ahora y en la hora de nuestro de viaje.
Amén.

sábado, marzo 01, 2008

Alicia en el país de la psicodelia, Lewis Carroll


- Un lado te hará crecer; el otro menguar.
¿Un lado de qué?, pensó Alicia.
- De la seta-
dijo la Oruga, con naturalidad, como si hubiese oído los pensamientos de Alicia.


Si Lewis Carroll escribió Alicia en el país de las maravillas bajo la influencia de alguna droga, si probó o no los hongos mágicos, o cuán adicto era al opio, son preguntas que sólo encuentran respuestas emocionales y tendenciosas. Lo cierto es que no tenemos idea, y lo que sí sabemos es que Alicia, en su novela, se droga, una y otra vez, con distintas sustancias. Quizás era la única manera para ingresar a ese país, donde en palabras del gato Cheshire, todos estamos locos...
- Yo estoy loco; tú también lo estás.
- Y ¿cómo sabes tú si yo estoy loca?- le preguntó Alicia.
- Has de estarlo a la fuerza- le contestó el Gato-, de lo contrario no habrías venido aquí.

Antes de llegar a ese mundo, Alicia ve pasar al conejo blanco, huyendo, apurado, lo sigue por la madriguera, por donde cae y cae hasta dormirse. Al tocar fondo, despierta. Alicia aún no ha experimentado ningún cambio físico. Ninguno, hasta que comienza el cóctel: un frasco que dice bébeme; una caja de cristal dentro de la cual hay un pastelillo sobre el que se lee cómeme; el líquido mágico de un botellín; piedrecitas que se convierten en pequeños pasteles. Alicia va comiendo y probando cuanta sustancia encuentra en su camino, esperando, como una avezada psiconauta, a sentir su efecto antes de incrementar la dosis. Tras cada ingesta, su cuerpo experimenta distintas transformaciones. Empequeñece hasta que la mandíbula choca con sus pies, y luego crece y su cuello se estira y estira hasta que una paloma la confunde con una víbora. Estas metamorfosis son conocidas, en la medicina, como micropsia y macropsia. La percepción del cuerpo creciendo, el mundo circundante se vuelve pequeño, nuestros pies parecen lejanos, ¡Ay, pobres piececitos míos! ¡Quién os pondrá ahora las medias y los zapatos! ¡Tendréis que arreglároslas por vuestra propia cuenta como mejor podáis!... ¡y si les da por no andar hacia donde yo quiera!
No ha mucho andar, Alicia ya parece una auténtica yonqui. Quiere volver a la macropsia y tiene una sola duda. Supongo que tendré que comer o beber de esto o de aquello, ¿pero de qué? ¡Ése es el gran misterio! El “qué” era ciertamente el gran problema de Alicia. Miró en derredor y vio muchas flores y hojas de hierbas pero nada que tuviera el aspecto de ser lo que debía comer o beber en esas circunstancias. Una gran seta se erguía ahí cerca, casi tan grande como ella. ¿Qué comer? Hongos mágicos. De hecho, la macropsia y la micropsia son efectos que pueden alcanzarse tanto con hongos Psilocibos como con Amanita Muscaria. Sobre la seta hay una gran oruga fumando de una narguila, imperturbable, sin prestar la menor atención ni a Alicia ni a ninguna otra cosa. ¿Está fumando hashish? ¿Opio? La oruga le pregunta a Alicia:
-¿Quién eres tú?
Alicia responde: - Pues verá usted, señor..., yo..., yo no estoy muy segura de quién soy, ahora, en este momento; pero al menos sé quién era cuando me levanté esta mañana; lo que pasa es que me parece que he sufrido varios cambios desde entonces.
- ¿Qué es lo que quieres decir?- dijo la oruga con severidad- ¡Explícate!
- Mucho me temo, señor que no sepa explicarme a mí misma, pues no soy la que era, ¿ve usted?

¿Qué tipo de viaje está atravesando Alicia? Ya no es la misma que era antes de probar aquellas sustancias. En el mundo en el que se encuentra, las palabras son confusas, el sentido que tenían parece insuficiente. Ya no sabía siquiera hablar correctamente, nos cuenta Alicia. Un efecto nada extraño en la lógica psicodélica... y que, quienes no lo han vivido, suelen abordar como si sólo se tratara de la lógica del sinsentido. Allá ellos, yo seguiré el consejo de la oruga.





Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll, Alianza, 181 págs.

jueves, enero 17, 2008

Carteles de las Pruebas de Ácido













Diploma de Neil Cassady tras haber superado la Prueba del Ácido

Ponche de Ácido Lisérgico, Tom Wolfe



Prefiero ser un pararrayos antes que un sismógrafo.
Ken Kesey

Este es el mito fundacional de los hippies, la historia de Ken Kesey y los Alegres Bromistas. Cuando ser uno significaba radical creatividad alterada y no, simplemente, un modelo estético, ondero y trivial, como hoy.
A comienzos de los años 60, Kesey se ofreció como conejillo de indias para los experimentos de la CIA con LSD. Tras esas experiencias, el mundo convencional le pareció atrapado en inútiles juegos de los que ni siquiera estaban conscientes. El LSD permitía despojarse de complejos, y lograr que cada uno hiciera su cosa.
Poco después llegaron personas, de distintos lugares, atraídos por una fuerza sincrónica, para embarcarse junto a Kesey, en un viaje, geográfico y psicodélico, a través de Estados Unidos. Iban en un antiguo bus escolar, pintado de todos los colores y llamado Further (Más allá). Iban filmando y grabando cada hecho y sonido que producían, como si la vida fuera una ininterrumpida obra de arte. Iban cargados con LSD, marihuana y anfetaminas. Y Kesey, el No-capitán, sólo tenía un propósito:
Esto es lo que espero que suceda en este viaje. Estamos empezando a hacer cada cual lo suyo, y vamos a seguir haciéndolo de la forma más abierta posible, y ninguno de nosotros va a oponerse a lo que los otros hagan.Neil Cassady (el beatnick de En el camino de Kerouac) está al volante, delirando con esta nueva familia en la que no había normas, no se conocía el miedo y dormir era impensable. El viaje se transforma en una alegoría de la vida. O estabas en el bus, o estabas fuera del bus. De vuelta a California, y sin ánimo de detenerse, conciben las Pruebas del Ácido. Había que subir a todo el mundo al bus.
Mientras los europeos consideraban el LSD como una llave sólo para los elegidos; y mientras Timothy Leary, en Nueva York estimaba que la exploración de la conciencia debía llevarse a cabo de manera científica hasta alcanzar la iluminación espiritual; Ken Kesey y sus Alegres Bromistas, consideraban imprescindible conceder la experiencia al mayor número de personas posibles, en una enorme y desinhibida fiesta. Para ello organizaron las Pruebas del Ácido, ¿Eres capaz de pasar la Prueba del Ácido? Juntaban a más de dos mil personas en un galpón lleno de parlantes diseminados, luces estroboscópicas, imágenes proyectadas en paredes y techos, los Greatful Dead inventando el acid-rock, los Alegres Bromistas diseñando un entorno catalizador del viaje, buscando la sincronización, repitiendo sus voces en intervalos, como un eco, para lograr sintonizar con el Todo... eran las primeras fiestas trance.
Tom Wolfe, se reunió con los protagonistas de esta historia y tras un gran trabajo periodístico, montó esta novela utilizando distintos recursos literarios. Monólogos de conciencia alterada, narraciones eufóricas, psicodélicas, anfetamínicas, paranoicas. Acercándonos, no sólo a los hechos, sino también a los estados mentales por los que transitaban Kesey y los Alegres Bromistas. Quienes, buscando llegar más allá, fueron perseguidos por un sistema que impone un juego único, egótico y aburrido.


Ponche de Ácido Lisérgico, Tom Wolfe, Anagrama, 1968, 455 págs.